29.11.05

un hombre rio

Erase una vez un hombre al que el viento no lo despeinaba. Es de un hombre al que el viento no despeina. Vivío cosas y años, no tantos, y el viento poco a poco fue dejando de despeinarlo. Es un hombre de mirada intensa y profunda. Alegre. Niño y adulto en el corazón, en el alma, en su cuerpo que quiere jugar, que quiere reir, que quiere. La vida le pasa. La vida le pasó y le sigue pasando. Espera su momento...esa ilusión de "ese" momento, eso a lo que, sabemos, estamos destinados. Rumia y muerde algunas palabras, como voz que quiere gritar, pero contiene. Camina rápido como corriendo al tiempo. Ama suave y dulce, luego ama distante, profundo y misterioso. A veces parece irse...a veces parece que quiere que lo acompañen, a veces no sé, no sabe, se pelea. De tan simple es complicado. El amor. Saberlo cerca es un rasguño que te duele y te dá placer. Dificil saber si está acá o donde, en el lugar de sus sueños y sus deseos. Es un enigma, un abismo, un oasis, es la montaña y el llano, es el agua marrón de un río que lo contiene y lo asusta, es un oleada que te eleva y te marea y te baja y te arrastra y te lleva y te trae y uno no sabe donde está uno, uno se pierde un rato y vuelve de a poco...lentamente, a darse cuenta que hace falta marearse que hace falta amar que hace falta caer que hace falta llorar la falta la ausencia para sanarse para dolerse para atravesar este doloroso mundo para transitar para morir viviendo.